Tomado de Cubanet.org
http://www.cubanet.org/CNews/y05/jan05/05o3.htm
Latino MSN Noticias
Por Raquel Martori

La Habana, 4 ene (EFE).- Las predicciones del oráculo de las religiones afrocubanas (santería) contenidas en la letra o el signo que regirá este año 2005, vaticinan grandes epidemias y recomiendan consolidar los matrimonios y mejorar la higiene y la agricultura.

Más de 860 sacerdotes de Ifá (santería) se reunieron en una casa-templo en una populosa barriada habanera el 31 de diciembre, donde celebraron hasta el 1 de enero sus rituales y confrontaron y resumieron sus valoraciones en la llamada “Letra del Año”.

Esta “Letra”, presentada hoy, martes, a la prensa, advierte sobre enfermedades contagiosas, en particular tener cuidado con la lepra, y también sobre padecimientos neurológicos, trastornos en la garganta y las cuerdas vocales, y marca impotencia en el hombre.

Prevé, entre otros acontecimientos de interés social, grandes epidemias que pudieran propagarse a una extensa área o nación, modificaciones en el sector de la agricultura, alteración en las relaciones interpersonales y tragedias entre vecinos.

También anticipa intervenciones militares y rupturas de convenios entre países amigos por maquinaciones de un tercero.

Como recomendaciones propone tener cuidado al dar albergue a personas ajenas, cumplir los compromisos religiosos adquiridos, mejorar los sistemas hidráulicos en general, y aconseja incrementar las presas y los embalses para garantizar el consumo del agua.

En la santería, uno de los cultos sincréticos más extendidos en Cuba, cada letra o signo comprende una historia de las deidades o los “orishas” del panteón yoruba, que hablan por ella y lleva implícita una enseñanza o recomendación en general.

Para 2005 predice que estará regido por el orisha Shangó, deidad del fuego, el rayo, la justicia, la guerra y el baile, pero también de la música y la belleza viril.

A esta divinidad oriunda de Nigeria se le considera también protector de los soldados, y castigadora de los mentirosos, corruptos y de los que han cometido actos inmorales e irreverentes.

Shangó contará con una divinidad acompañante, Oyá, orisha femenina que es reconocida como dueña del cementerio, del remolino, de la centella y se estima que domina a su antojo el viento malo o bueno, el vendaval, el ciclón y las tormentas.

Lázaro Cuesta, quien presidió la Comisión de sacerdotes que elaboró esta “Letra”, afirmó que “es positiva” porque “advierte del peligro que nos rodea y nos da elementos para ayudarnos a contrarrestarlo”.

“Hacemos nuestras valoraciones para Cuba y el resto del mundo. Aquí nadie es político, somos sacerdotes de Ifá y las concepciones políticas que pueda tener cualquiera de manera individual está terminantemente prohibido plantearlas aquí”, señaló.

Explicó que la “Letra del Año” es resultado de “un análisis minucioso de los textos de Ifá”.

En la fachada del templo, los sacerdotes colgaron una pancarta con el texto, ante la cual se detienen transeúntes y religiosos que buscan conocer los augurios de este oráculo de la santería cubana.

Cuesta aseguró que la manera en que se practica la santería en Cuba ha tenido “resultados positivos”.

Consideró que prueba de ello es que durante más de cuatro siglos han “tenido el valor de subsistir a pesar de todos los inconvenientes, porque hoy la religión es aceptada” pero “hubo momentos en que fue perseguida y ser religioso era una limitante para todo”, recalcó.

“Aquí en Cuba, vivimos, subsistimos, estamos luchando porque nuestros preceptos religiosos se mantengan lo más puros posible y aspiramos a que el hombre sea mejor”.

Según datos extraoficiales, el 80 por ciento de la población cubana practica o acude a recibir la asistencia de los sacerdotes de la santería conocidos también como babalawos o padrinos.

Los cultos sincréticos, llegados a Cuba con los esclavos africanos en la época colonial, se trasmiten por tradición oral de una generación a otra a través de rezos, ritos, conjuros, fórmulas mágicas, refranes, bailes, cantos, sacrificios y liturgias.

La santería tiene en la adivinación una de sus principales prácticas y entre sus elementos propios a los caracoles, destinados al acto de consulta, y el uso de los llamados “collares de fundamento”, confeccionados con cuentas de los colores que caracterizan a cada deidad.

Cubanet.org
http://www.cubanet.org/CNews/y05/jan05/07a1.htm
Enero 6, 2005

LA HABANA, 6 de enero (Ariel Delgado Covarrubias / www.cubanet.org) – Un número indeterminado de babalawos (sacerdotes del culto de Ifá) que residen y practican sus labores en el municipio del Cerro, en esta capital, fueron visitados a finales del pasado mes por dos funcionarios, bien vestidos de civil y con portafolios, para presionar a los creyentes a integrar la Asociación Cultural Yoruba.

“Inicialmente pensé que eran miembros de la seguridad (policía política cubana), por la ‘pinta’ que traían, pero después, por sus preguntas, deduje que no eran policías”, manifestó a este reportero Juan, un hombre maduro que lleva más de una década y media consultando y atendiendo a vecinos y clientes, con gran cantidad de ahijados y seguidores.

“Ellos sabían casi todo de mí… seguro que la información la obtuvieron por los ‘chivas’ de la cuadra”, explicó Juan mientras con el dedo señalaba en dirección al CDR de la zona donde reside. “Su principal interés era saber por qué yo no pertenecía a la Sociedad (la progubernamental Asociación Cultural Yoruba de Cuba), y anotaron con interés mis respuestas”.

“Les expliqué que yo me regía por la Letra del Año de ‘La Casona’ de Lázaro Cuesta (la Comisión Organizadora de la Letra del Año Miguel Febles Padrón) ya que es la que más acertados pronósticos brinda a los creyentes afrocubanos. Que yo respetaba la de la sociedad, pero que verdaderamente su Letra no era de confiar”, manifestó Juan, el Olúo.

“Querían saber más de otros babalawos del barrio, pero me negué a darles esa información. También me preguntaron por la cantidad de ahijados que tenía y cuántos de ellos eran extranjeros, y les expliqué que esos eran datos íntimos, y que de verdad, no llevo el control de eso”, continuó.

“Ya por último me explicaron que si en algún momento tanto yo o algunos de mis ahijados cubanos o extranjeros querían salir del país, si no tenían el carné de la Asociación en la Aduana nos confiscarían nuestras deidades, lo cual considero un burdo chantaje”, dijo indignado.

Otros babalawos de la zona en similar condición de Juan también fueron visitados por esos siniestros personajes en un intento de lograr su vinculación a una asociación cultural que quiere monopolizar y controlar las actividades de los creyentes y practicantes de esos cultos en el país.

El cuerpo teórico de Ifá, que sustenta toda la filosofía y práctica religiosa de los oficiantes consagrados, prohíbe a los mismos hacer cofradías u organizaciones con el fin de institucionalizar esa religión, y sólo les permite reunirse para hacer estudios de los textos religiosos y para las ceremonias de la llamada Apertura del Año, donde las principales ramas religiosas del país sacan lo que se conoce como La Letra del Año.

Terra.Es

Predicen que el 2005 será ‘muy malo’

Después de una larga ceremonia y muchos sacrificios de animales, los babalaos o sacerdotes supremos de la santería (religión afrocubana) emitieron sus vaticinios para Cuba y el mundo durante el año 2005.

La “Letra del Año” como se le conoce en la isla, trae predicciones que anuncian desgracias, grandes epidemias, dificultades alimentarias, problemas interpersonales, traiciones e intervenciones militares.

La etnóloga Natalia Bolívar nos cuenta que “se tapó la letra y cuando esta se tapa es porque es muy mala” y agregó que “en la historia de las letras del año desde el siglo XIX nunca había pasado”.

Sin embargo, los babalaos aclaran que en la misma letra del año están las recomendaciones sobre lo que hay que hacer para alejar estas desgracias del hogar o del país de los creyentes.

Según el sacerdote Lázaro Cuesta, uno de los que dirige las ceremonias cada año, hay que tener “especial cuidado con las traiciones” y con los espías, analizando muy bien con qué personas se abre uno.

Precaución
Los babalaos llamaron al mundo a tomar todas las precauciones en el desarrollo de la agricultura porque uno de los refranes, “saco vacío no se para”, augura hambrunas producto de problemas en ese sector.

A nivel político, vaticinan graves problemas globales como las “rupturas (de relaciones) entre países amigos por maquinaciones de un tercero” e “intervenciones militares” en muchas partes del mundo.

Pero lo más grave es el refrán que dice que “es inútil mostrar argollas de oro al que no tiene orejas” porque esto implica que las personas con poder no estarán abiertas a escuchar estas profecías.

Las desgracias anunciadas por los babalaos pueden ser evitadas, si se realizan las ceremonias y los sacrificios adecuados es posible “reducir los daños y las lágrimas” de los afectados.

Lázaro Cuesta puso como ejemplo el pasado año cuando anunciaron graves catástrofes marinas. “Yo considero que aquí en nuestro país se producen menos porque son muchas las obras y sacrificios que hacemos”.

Grandes trombas de agua
“El ciclón llega”, dijo Cuesta, pero agregó que “nos orilla y se va. Vienen grandes trombas de agua pero caen donde no hacen tanto daño. El daño es mucho menos grande que lo que sucede en otros lugares”.

En este sentido, todos los babalaos de Cuba comienzan ahora a hacer ceremonias y a sacrificar animales para conseguir que los Orichas (dioses africanos) tuerzan el destino y mejoren las cosas.

La “Letra del Año” es seguida por muchísimos cubanos por lo que durante estos días decenas de miles de fieles visitaron las casas de los babalaos para conocer las predicciones que regirán los próximos 12 meses.

Además, durante todo este mes muchos cubanos más acudirán a sus “padrinos” de santería para realizar ceremonias y sacrificios particulares que les permita protegerse a si mismos y a sus familias.

Según la etnóloga Natalia Bolívar, más del 70% de los cubanos creen en la santería. De ser cierta la cifra, resulta paradójica en un país donde el gobierno pretendió durante décadas imponer el ateismo.

ElNuevoHerald.com
Associated Press

LA HABANA

Epidemias, intervenciones militares, impotencia masculina y catástrofes caracterizarán el 2005, pronosticaron sacerdotes de la santería cubana, quienes habitualmente se reúnen para dar a conocer sus predicciones.

Este enero, al menos dos grupos de babalaos (líderes religiosos) dieron a conocer sus interpretaciones de la ”Letra del año”, como se denomina al signo que regirá los siguientes 12 meses.

Basada en cultos africanos traídos por los esclavos, la santería mezcla además ritos católicos y es el más popular de los cultos aquí.

Según la Comisión organizadora de ”La Letra”, una de las asociaciones de sacerdotes cuyas profecías se dieron a conocer ayer, las deidades regentes para el 2005 serán ”Changó” (representante del rayo, la justicia y la guerra) y ”Oyá” (divinidad de las tormentas y los vientos suaves).

Bajo el signo nombrado como ”Ofun Otura” habrá un incremento de las enfermedades contagiosas, neuronales y la impotencia masculina.

Además se producirán epidemias, alteraciones en las relaciones interpersonales, tragedias entre vecinos e intervenciones militares.

Para salir adelante con bien será necesario, aclaró ”La Letra”, mejorar los sistemas hidráulicos y agrícolas, darse baños de hierbas, consolidar el matrimonio y tener cuidado con las personas a las cuales se les da albergue.

”Aspiramos a que el hombre sea mejor y mejore su vida”, explicó Lázaro Cuesta, el sacerdote a cargo de esta ”Letra” y uno de los más conocidos en Cuba.

El fin de semana, otro de los grupos de babalaos, la Asociación Cultural Yoruba, dio a conocer también sus predicciones. Para esta, las deidades rectoras serán ”Obatalá” (el padre de la tierra y los otros dioses) y ”Ochún” (patrona de la fecundidad).

Según Cuesta, los signos de ambas ”Letras” no son tan diferentes, pero sí suelen diferir las interpretaciones que de ella hacen los babalaos.

ElNuevoHerald.com
Agence France Presse

LA HABANA

El Consejo de Babalaos, los sacerdotes de la religión yoruba en Cuba, predijeron un 2005 de ”dificultades financieras” para la isla y alertaron a las autoridades sobre la posibilidad de atentados contra figuras del gobierno, según la Letra del Año difundida ayer.

Los babalaos señalaron en su mensaje que este año se regirá bajo el signo de Iroso Meyi, una simbología que representa “la caída del sol, la sepultura, lo desconocido, hecatombes y lágrimas”.

El 2005 estará gobernado por el orisha (santo) Obatalá, una deidad que representa a la Creación; acompañado por Oshun, la diosa de la maternidad y protectora de los niños.

”Es un signo difícil y necesita reflexión y organización en todos los sentidos”, advirtieron. “Tendrán que redoblarse los esfuerzos para alcanzar los objetivos que se persiguen”.

Los babalaos alertaron además a “las altas jerarquías gubernamentales y de otra índole a que tomen las medidas necesarias para que no sean víctimas de atentados que pongan en peligro su integridad física”.

La Letra del Año es preparada por el Consejo Mayor, un grupo de 16 babalaos con más de 40 años de iniciación, quienes para predecir el futuro ”leen” el oráculo de Ifá, un extenso y complejo sistema adivinatorio que comprende 16 signos mayores y otros 240 que son la combinación de los primeros.

Según estos sacerdotes, el 2005 será para Cuba un año de ”dificultades financieras en sentido general”. Además “se producirán catástrofes atmosféricas, tales como inundaciones, sequías y penetración profunda del mar”.

El signo que regirá durante los próximos 12 meses ”es un signo de trampas”, que ”marca suicidios”, auguraron los babalaos, agrupados en la Asociación Cultural Yoruba de Cuba.

Más de un tercio de la población cubana practica la santería, un culto llevado a la isla hace siglos por esclavos africanos, que cuenta con adeptos en otros países latinoamericanos, como Brasil y Haití.

La Letra del Año es una tradición que se remonta a fines del siglo XIX y que los babalaos divulgan entre sus fieles para que sigan sus recomendaciones.

Santeria priests see bad omens in coming year
BY ANDREA RODRIGUEZ
Associated Press and Miamiherald.com

HAVANA – Priests of the Afro-Cuban religion Santería called on islanders Monday to be wary of diseases, broken agreements and corruption as they issued their much-anticipated predictions for the New Year.

Although the annual ”Letter of the Year” is vague enough to be interpreted in a variety of ways, Cubans anxiously look forward to it each January.

Several competing groups of Santería priests, or babalaos, gather every New Year’s Eve for religious ceremonies that include chanting and animal sacrifices. Predictions are announced in the first days of the New Year.

Santería is a mix of spiritual traditions carried here by African slaves and of Roman Catholicism brought by Spaniards. The faith is practiced throughout Cuba; even many members of the Communist Party follow its rituals and look forward to the predictions each year.

The ”10 de Octubre” group of nearly 900 priests, named for the Havana municipality where it is based, issued the warning about disease, ruptured accords and increased corruption.

The group said the Santería orishas, or gods, ruling 2006 will be Obatala, god of wisdom and justice represented in the Roman Catholic faith as Our Lady of Mercy, and Ochun, the goddess of maternity and newborns, whose representation is Cuba’s patron saint, the Virgin of Charity.

The priests urged Cubans to watch out for cerebrovascular problems, stomach disorders, hormonal ailments and unknown diseases.

Society as a whole can expect an increase in crime, particularly corruption; broken agreements, including international accords; and a risk of drought and other natural disasters.

A different Santería group, the Yoruba Association, which is more closely allied with Cuba’s communist government, had similar predictions with some variations and said the orishas ruling 2006 would be Oggun, associated with St. Peter in Roman Catholicism, and the Virgin of Charity.

The Yoruba group called for Cubans to pay attention to their health, especially cardiovascular ailments and mental problems.

It warned against violence and alcohol and drug abuse, calling for the exercise of intelligence, humility and the guarding of secrets.

The Yoruba Association also called on Cubans not to underestimate the power of meteorological phenomenon.

Associated Press y El Nuevo Herald
ANDREA RODRIGUEZ

LA HABANA – Sacerdotes de una de las principales religiones afrocubanas, la santería, hicieron sus predicciones para este año 2006 y llamaron a tener cuidado con las enfermedades, delitos, la corrupción y desastres naturales.

Los dos grupos espirituales de tradición negra más importantes de la isla, la Comisión de la “Letra del Año” –como se denomina a estas profecías– y la Asociación Yoruba, publicaron el lunes sus vaticinios para los siguientes 12 meses, los cuales se obtienen mediante ceremonias especiales los 31 de diciembre.

Según la Comisión de la “Letra”, en el 2006 el signo regente es “Ogunda Irete” y los orishas o dioses que lo encabezan serán “Obatala” (se la venera como la Virgen de las Mercedes del catolicismo), la patrona de las cabezas y de la justicia; y “Oshun” (la Virgen de la Caridad del Cobre), la señora de la maternidad, sensualidad y los recién nacidos.

Guiados por estos santos, los sacerdotes o babalawos anunciaron la presencia de enfermedades desconocidas, ataques neurovasculares, desórdenes estomacales y disfunciones hormonales.

En lo social se espera un aumento de la criminalidad, rupturas de convenios (incluso internacionales) y hasta guerras, peligros de sequía y cataclismos naturales.

“Podemos evitar que estas cosas sucedan”, advirtió el babalawo Lázaro Cuesta, quien presentó las profecías a nombre de la Comisión de la “Letra” formada por 900 sacerdotes de varios de países.

En las creencias de la santería cubana, si se realizan ofrendas y ceremonias adecuadas, y los creyentes cumplen con las normas sugeridas, los dioses pueden impedir las desgracias pronosticadas.

La “Letra del Año”, explicó Cuesta, llama a la reflexión, a prevenir enfermedades, evitar la confianza extrema en otras personas, detener la ingestión de bebidas alcohólicas y promover la unidad familiar y vecinal.

La Comisión anunció que en febrero hará una ceremonia masiva para conjurar los males del año, incluyendo la colocación de cráneos de animales sacrificados, aunque advirtieron su intención de no ubicarlos en lugares donde puedan afectar la sensibilidad de la población.

También la Asociación Yoruba entregó una Letra del Año en la cual el signo regente es “Oyekun Obara”, también relacionado con la salud y los dioses u orishas reinantes serán “Oggún” (San Pedro en la representación católica) y “Oshun” (La Virgen de la Caridad del Cobre).

Esta profecía recomienda usar la inteligencia, la humildad y la astucia y llama a preservar con rigor los secretos.

También exhortó a prestar mucha atención con la salud: los trastornos mentales y cardiovasculares. Igualmente, a evitar el uso de la violencia y cuidar el consumo de alcohol o drogas.

Como el otro grupo, la Letra de la Asociación Yoruba pide no subestimar los fenómenos climatológicos.

Nacida de las tradiciones africanas de los esclavos y mezcladas con las creencias católicas de los colonizadores, la santería es sumamente popular y legal en Cuba, donde cientos de personas incluso militantes comunistas la siguen y esperan cada fin de año las “Letras”.

El sistema adivinatorio propio de esta religión proviene de la Nigeria del siglo XVII y XVIII.

Obá Oriaté Miguel W. Ramos, Ilarí Obá

Traduzido por Ricardo Ferreira do Amaral, advogado, artista plástico e filho de Airá.

Devido aos muitos episódios dolorosos que tivemos de enfrentar em 2005, muitos de nós, provavelmente olhem para trás e vejam este ano como um dos mais difíceis e frustrantes anos deste novo milênio, que iniciou mal há cinco anos. A humanidade tem sido sacudida por numerosos fenômenos naturais e ocasionados pelo homem, que inevitavelmente tiveram repercussões no planeta inteiro, apesar das nossas ideologias sociais, religiosas, ou políticas—ou de nenhuma delas. Ainda que nos Estados Unidos não tenhamos sofrido nem de perto o tanto das pessoas na Indonésia, no Paquistão e no Oriente Médio, também fomos feridos profundamente, física e psicologicamente, pelo número de desastres que abalou nossos próprios alicerces.

O 2005 provavelmente será lembrado como um dos mais perturbadores anos que tenham existido. O tsunami que golpeou a Indonésia em Dezembro de 2004, matando milhares de pessoas, foi provavelmente um aterrador aviso dos perigos que se seguiriam em 2005. Sofremos perdas para os terremotos, furacões, tempestades, inundações, ataques suicidas e guerras. Nosso lado do mundo começou a agonizar quando a temporada dos furacões iniciou em 1º de Junho. Surpreendentemente cedo para a temporada, um número não usual de furacões começou a causar estragos no Caribe, matando gente em Cuba, Haiti, Jamaica, Granada, México, América Central e em outras regiões.

Pelo terceiro mês da temporada, tempestades desastrosas estavam batendo na porta dos Estados Unidos. Katrina, Rita e Wilma causaram milhões de dólares em danos e tomaram inumeráveis vidas—nos Estados Unidos, onde se supõe que essas coisas não aconteçam! Estas tormentas fizeram mais do que causar dano à propriedade e perda de vidas, mas ainda: muitos de nós fomos levados a verificar que o nosso próprio governo—em quem confiamos de forma tão cara—não estava apropriadamente preparado para lidar com tal devastação. Depois dos ataques de 11 de Setembro, das guerras no Afeganistão e no Iraque e das incontáveis vidas que continuam a se perder naquele processo, é simplesmente natural que questionemos a falta de preparo do governo, especialmente face à sua resposta ao Furacão Katrina, que certamente não foi um jogo de golfe! Depois de termos visto as vívidas e cruéis cenas provindas do Centro de Convenções de New Orleans, da visão de angústia e desespero no rosto das pessoas, da total destruição causada pelo furacão e pela ausência de planejamento das autoridades, somos levados a nos perguntar o quê teria acontecido se houvesse sido um ataque terrorista. Desafortunadamente, no meio do jogo censurável, alguns se encolheram de ombros dizendo “é somente a natureza”. Será que foi?

Correndo o risco de soar demasiadamente pessimista, com a chegada do 2006, necessitamos ponderar sobre a direção que estamos tomando como seres humanos. Provavelmente começando ao redor da era da Revolução Industrial, os seres humanos têm ocasionado um considerável desequilíbrio no nosso universo, devido ao avanço tecnológico e ao chamado progresso. Não há dúvida de termos nos tornado os maiores estressadores do planeta. A ameaça de aquecimento global e mudança massiva do clima não parecem mais uma possibilidade remota: podemos começar a observar seus efeitos. Furacões, tornados, tempestades, terremotos, inundações súbitas, tsunamis, epidemias tais como a do HIV e pandemias como as da gripe do frango parecem ser realidades mais ameaçadoras do que os homens-bomba suicidas, os terroristas ou as armas nucleares. Obviamente, não devemos minimizar a ameaça que estes representam para nossa sociedade e modo de vida, mas não podemos nos permitir o luxo de candidamente nos focalizar exclusivamente nestas ameaças humanas e descartar ou ignorar a ira da natureza, na esperança de que a ciência a resolverá.

Baseados no número abrumador de fenômenos naturais que continuamos a ver, conjuntamente à alta incidência de mutações bacteriológicas e virais, muitos não conseguem ajudar, mas sentem que o planeta inteiro está em vias de algum tipo de mudança massiva. O pensamento amedrontador é que nossa posição nessa mudança é muito difícil de se determinar, especialmente devido ao planeta historicamente eliminar seus estressadores. Seremos os próximos dinossauros? Não devemos ser tão arrogantes para pensar que podemos continuar a brincar com a natureza e não sofrer nenhuma repercussão. A natureza tem provado repetidamente que, ainda sendo lenta para agir, sua ira é inevitável. Nunca devemos subestimá-la.

Por um lado mais iluminado, contudo, devemos estar agradecidos pelas muitas coisas que temos realizado em 2005. Indubitavelmente, todos nós temos lembranças deste ano que sempre aninharemos. Tal como em outros anos, em 2005 rimos e choramos. Celebramos a vida, sofremos e suportamos as perdas. De fato, nossa celebração e veneração da vida e toda a sua preciosa importância é, sem dúvida, a força que nos permitiu tolerar o assalto da dor, da perda, da desolação e da morte. Não importa quão escuras foram nuvens, não importa quanto o vento soprou ou girou; a despeito do rugido do mar e do estremecimento da terra, atravessamos o 2005 e continuamos adiante.

Ademais, atuamos juntos como um povo e contribuímos para ajudar àqueles que estiveram numa necessidade desesperadora. As doações das celebridades de Hollywood foram generosas, mas de longe, tanto quanto me consta, os donativos mais apreciados vieram das pessoas comuns de todos os dias, daqueles que têm que suar diariamente para ganhar seus bem merecidos salários. Os campeões mais notáveis do 2005 foram as pessoas normais, a grande e silenciosa maioria que não tem seu nome colocado na grande tela e que nunca receberá um Oscar ou um Prêmio Nobel pela Paz. Os verdadeiros heróis do 2005 são aquelas pessoas que meteram a mão no bolso e deram de bom grau, sem importar a soma; aqueles que brindaram seus esforços e contribuíram com seu tempo—nosso maior e mais escasso recurso—para ajudar àqueles em desespero. Essas pessoas, sem dúvida, superaram a dificuldade e os dias tenebrosos que enfrentamos em 2005, confortando e assistindo àqueles que foram menos afortunados.

Prescindindo da nossa filiação religiosa—ou de qualquer uma—devemos apreciar nosso maior dom: a vida. Muitos não foram afortunados. Por razões óbvias, parece ser que em 2005 houve muitas poucas mortes. Nunca esqueçamos àqueles que se foram em 2005: àqueles que sucumbiram à natureza, bem como aos que sucumbiram à crueldade humana, à incompreensão e à cobiça. Vamos lembrar especialmente dos nossos seres queridos, nossos amigos, nossos vizinhos. Eles também são nossos heróis e merecem nossos aplausos.

Há umas poucas noites atrás, um amigo comentou que ele sempre evitou discutir religião e política. Desafortunadamente, vivemos numa era em que a neutralidade não é necessariamente a melhor opção. Nosso tempo é turbulento e difícil, e nossos líderes amiúde não representam as idéias ou os desejos da maioria, escolhendo em seu lugar, seguir seus interesses pessoais e políticas mentalmente doentias que nos afetam a todos, sem lhes importar o nosso ponto de vista.

Não obstante, apesar do estremecimento corrente e das atribulações dos nossos líderes, uma coisa que devemos apreciar em 2005 é o fato de vivermos num país onde ainda podemos desfrutar de um grau de liberdade, auto-respeito e auto-dignidade; onde trabalhando duro podemos suprir as necessidades básicas e muitas vezes aceder a muito mais; onde a despeito da vontade de uns poucos, ainda podemos dar voz à nossa opinião e nos queixarmos quando em desacordo com as políticas do nosso governo. É importante que apreciemos estes direitos: e mais importante ainda é que os defendamos e asseguremos que nunca mudem.

Em resumo, tenho um pedido para este ano que espero não caia em ouvidos surdos; não importa quais sejam as suas crenças religiosas—tanto faz que sigam os ensinamentos de Jeová, Krishna, Alá, Obatalá, Jesus, Buda, Allan Kardec, do Dalai Lama, do Tao ou Confúcio—e mesmo aqueles que não possuem nenhuma crença: vamos hastear uma bandeira branca em nome da paz. Coloquem-na onde os demais possam vê-la: na entrada das suas casas, sobre os seus telhados, nas saídas de emergência ou no prato das antenas parabólicas. Vamos nos unir nesta ação e assim rogar ao Ser Supremo, à natureza ou à razão humana. Vamos pedir que a humanidade seja iluminada e adquira a razoabilidade; que compreendamos nossa posição no universo e o delicado equilíbrio da natureza—e a necessidade de manter esse equilíbrio.

Quando levantemos nossa bandeira, vamos todos refletir por um segundo sobre o 2005 e o futuro, o nosso e o dos nossos descendentes, e assim, pensarmos sobre o quê podemos fazer como indivíduos para assegurar que tenhamos um futuro e fazer desse futuro um lugar melhor para toda a humanidade. E se não fizermos nada mais com nossas próprias vidas, vamos, ao menos, garantir que deixemos aos que virão um lugar onde tenham a mesma oportunidade que nos foi dada por aqueles que nos precederam: a chance de viver.

Obá Oriaté Miguel W. Ramos, Ilarí Obá

Dado los muchos episodios dolorosos que atravesamos en el 2005, muchos de nosotros probablemente consideráremos al 2005 como uno de los años más difíciles y frustrantes de este nuevo milenio, el cual comenzó hace solamente cinco años. La humanidad ha sido azotada por numerosos fenómenos, naturales y creados por el hombre, que sin lugar a dudas han de tener serias repercusiones sobre el planeta entero, independientemente de nuestro estatus social, religioso, o ideología política—o a falta de esta. Aunque nosotros en Estados Unidos no sufrimos nada en comparación a Indonesia, Pakistán, y el Medio Oriente, nosotros también fuimos heridos profundamente, física y psicológicamente, debido al gran número de desastres que socavaron en lo más profundo de nuestros cimientos.

El 2005 probablemente será recordado como uno de los años más insoportables en la historia. El tsunami que azotó a Indonesia en diciembre del 2004, en el cual perecieron miles de personas, probablemente fue un espeluznante aviso de los peligros que le seguirían en el 2005. Sufrimos pérdidas ante terremotos, huracanes, tormentas de nieve, inundaciones, ataques suicidas y guerras. Nuestro hemisferio comenzó a agonizar casi desde el comienzo de la temporada ciclónica en junio 1. Sorprendentemente temprano en la temporada, un número inusual de huracanas comenzaron a crear estragos en el Caribe, ocasionando muertes en Cuba, Haití, Jamaica, Granada, México, América Central, y otras áreas.

Ya para el tercer mes de la temporada, tormentas desastrosas tocaban a las puertas de Estados Unidos. Ka trina, Rita, y Wilma ocasionaron m illones de dólares en daños y tomaron innumerable vidas—¡en los Estados Unidos, donde no se supone que ocurran estas cosas! Estas tormentas ocasionaron mucho más que daños materiales y pérdidas de vida. Muchos nos encontramos de frente con una triste realidad—nuestro gobierno—aquel en el cual confiamos tanto—no estaba debidamente preparado para lidiar con tanta devastación. Luego del ataque del 11 de septiembre, las guerras en Afganistán e Irak, y las numerosas vidas que aun estamos perdiendo en ese proceso, es natural que como ciudadanos llamemos a nuestro gobierno a rendir cuentas por su falta de preparación, especialmente en el caso del huracán Katrina, el cual de ninguna forma fue ¡un simple juego de golf! Luego de ver las muy vividas y ásperas escenas que emanaban del New Orleans Convention Center, la cara de angustia y desesperación de los damnificados, y la total destrucción ocasionada por el ciclón y la falta de preparación de las autoridades, es inevitable que nos preguntemos que hubiese sucedido si en vez de un ciclón hubiera sido un ataque terrorista. Desafortunadamente, en medio del juego de “buscando al culpable”, muchos encogieron los hombros y se lavaron las manos, justificando que sólo había sido un acto “de la naturaleza”. ¿O habrá sido algo más?

A expensas de sonar extremadamente pesimista, con la llegada del 2006 tenemos que considerar la dirección que nosotros los seres humanos estamos tomando. Quizás desde el comienzo de la Revolución Industrial, los seres humanos hemos ocasionado un gran desequilibrio a nuestro universo debido a nuestros avances tecnológicos y nuestro supuesto progreso. Hay muy poca duda de que nos hemos convertido en el mayor y más dañino estorbo de nuestro planeta. Las amenazas del calentamiento del planeta y cambios climatológicos masivos ya no son una remota posibilidad: quizás ya estemos comenzando a sentir sus efectos. Huracanes, tornados, tormentas invernales, terremotos, inundaciones inesperadas, tsunamis, epidemias cómo el VIH, y pandémicos cómo la fiebre aviaria parecen ser realidades más amenazadoras que los ataques suicidas, los terroristas, o las armas nucleares. Obviamente, no queremos minimizar la seria amenaza que estos representan a nuestra sociedad y nuestra forma de vida, pero tampoco podemos darnos el lujo de enfocarnos ingenuamente en estas amenazas humanas y despedir o ignorar la ira de la naturaleza en esperas de que la ciencia lo resuelva.

Basado en el imponente número de fenómenos naturales que continuamos viendo, unido al alto incremento de mutaciones bacteriológicas y virales, muchos no podemos evitar pensar que el planeta está en camino hacía un cambio masivo y drástico. Lo que más inquietud ocasiona es que se dificulta establecer la posición que tomaremos en dicho cambio, especialmente cuando consideramos la tendencia del planeta de eliminar lo que más le estorba o daño le ocasiona. ¿Quizás tenga validez preguntar si estamos en camino a ser los próximos dinosaurios? No podemos darnos el lujo de ser tan arrogantes cómo para creer que podemos seguir jugando con la naturaleza sin sufrir repercusiones. La naturaleza nos ha comprobado repetidamente que aunque ella sea lenta al actuar, su ira es inevitable. No la debemos subestimar.

No obstante, también tenemos que reconocer y agradecer las muchas cosas que hemos logrado en el 2005. Sin lugar a dudas, todos tenemos memorias del 2005 que valoraremos por siempre. Cómo en otros años, en el 2005 reímos y lloramos. Celebramos la vida y sufrimos y soportamos las pérdidas. De hecho, no hay duda que nuestra celebración y veneración de la vida es aquella misma fuerza que nos permite tolerar los azotes del dolor, la pérdida, la desolación y la muerte. No importa cuan amenazadoras sean las nubes más oscuras; no importa cuanto haya soplado o girado el viento y a pesar del estruendo del océano y del temblar de la tierra, salimos a flote en el 2005 y continuamos hacia adelante.

Además, como pueblo, nos unimos y contribuimos para ayudar a aquellos que se encontraban atravesando momentos difíciles y desesperantes. La donaciones de las estrellas de Hollywood fueron espléndidas, pero en mi opinión, los regalos más apreciados vinieron del mismo pueblo; de la gente común, aquellos que tienen que sudar diariamente para ganar sus bien merecidos salarios. Los campeones mas admirables del 2005 fueron las personas normales, la gran y silente mayoría cuyo nombre no se ve iluminado en la gran pantalla de Hollywood y quienes nunca recibirán un premio Oscar ni Nóbel. Los verdaderos héroes del 2005 son aquellas personas quienes sacaron de su bolsillo y dieron sin recriminar; la cantidad no importa; aquellos que donaron su esfuerzo y contribuyeron con su tiempo—nuestro más valioso y a la ves escaso recurso—para ayudar a aquellos que atravesaban una vicisitud. No hay duda que estas personas iluminaron los tristes y oscuros días que enfrentamos en el 2005 confortando y asistiendo a los menos afortunados.

Sea cual sea nuestra afiliación religiosa—o falta de esta—debemos siempre agradecer nuestro mayor regalo: la vida. Muchos no fueron tan afortunados. Por razones obvias, tal parece que en el 2005 hubo un número considerable de pérdida de vida. No debemos olvidar a esas personas que fallecieron en el: aquellos que sucumbieron ante la naturaleza al igual que aquellos que sucumbieron ante la crueldad humana, la incomprensión y la avaricia. Especialmente debemos recordar a nuestros seres queridos, nuestros amigos, nuestros vecinos. Ellos también son nuestros héroes y merecen nuestros elogios.

Hace unas noches, un amigo comentaba que siempre buscaba la manera de evitar las discusiones sobre religión y política. Desafortunadamente, vivimos en una era en la cual la neutralidad no es necesariamente la mejor opción. Nuestros tiempos son turbios y difíciles, y nuestros dirigentes muchas veces no representan las ideas o deseos de la mayoría, prefiriendo proceder con agendas políticas personales, egoístas y mal-razonadas las cuales nos afectan a todos, independientemente de nuestra ideología. No obstante, a pesar de nuestros agravios y la miopía y escasez de nuestros líderes, una cosa que aun tenemos que apreciar en el 2005 es el hecho de vivir en un país en el cual aún podemos gozar de cierto nivel de libertad, respeto propio, y dignidad; donde con trabajo y esmero tenemos acceso a las necesidades básicas, y a veces hasta más; donde a pesar de la voluntad de unos cuantos aun podemos expresar nuestra opinión y quejarnos cuando estamos en desacuerdo con la política de nuestro gobierno. Es importante que valoremos estos derechos; es más importante aún que los defendamos y aseguremos que esto nunca cambie.

Al cerrar, hago un pedido el cual espero que no se lo lleve el viento: no importa cual sea sus creencia religiosa—ya sea que practique las enseñanzas de Yahweh, Krishna, Allah, Obatalá, Jesús, Buda, Allan Kardec, el Dalai Lama, Tao, o Confucio—y hasta aquellos que carecen de creencia religiosa; icemos todos una bandera blanca en nombre de la paz. Pónganla donde otros la puedan ver: en nuestras entradas, nuestros techos, nuestros escapes de fuego o nuestros satélites de televisión. Unámonos todos en este acto, y de tal forma, roguemos al Ser Supremo, a la naturaleza o a la razón humana. Pidamos que la humanidad se ilumine y adquiera razonamiento; que entendamos nuestro lugar en el universo y el balance tan delicado de la naturaleza—y la necesidad de mantener dicho equilibrio.

Cuando icemos nuestra bandera, todos tomemos un segundo para reflejar sobre el 2005 y reflexionar sobre nuestro futuro, el nuestro y el de nuestros descendientes, y de tal manera pensemos que podemos hacer nosotros individualmente para asegurar que tengamos un futuro y hacer que este futuro sea un lugar mejor para toda la humanidad. Si no hacemos nada más en nuestra existencia, por lo menos asegurémonos de dejar un sitio donde aquellos que nos sigan tengan la misma oportunidad que nos dieron a nosotros aquellos que nos precedieron: la oportunidad de vivir.

Obá Oriaté Miguel W. Ramos, Ilarí Obá

Given the many painful episodes that we faced in 2005, many of us will probably look back to this year as one of the most difficult and frustrating years of this new millennium, one that began scarcely five years ago. Humanity has been rocked by numerous phenomena, natural and man made, that cannot but have repercussions on the entire planet, regardless of our social, religious, or political ideologies—or lack thereof. Though we in the United States did not suffer anywhere near as much as the people in Indonesia, Pakistan, and the Middle East, we, too, were hurt profoundly, physically and psychologically, by the number of disasters that struck at our very foundations.

2005 will probably go down on record for being one of the most disturbing years ever. The tsunami that struck Indonesia in December 2004, killing thousands of people, was probably an eerie warning of the perils that would follow in 2005. We suffered losses to earthquakes, hurricanes, northeasters, floods, suicide attacks, and wars. Our side of the world began to agonize when hurricane season began on June 1. Surprisingly early in the season, an unusual number of hurricanes began causing havoc in the Caribbean, killing people in Cuba, Haiti, Jamaica, Granada, México, Central America, and other areas.

By the third month of the season, disastrous storms were knocking at the door of the United States. Katrina, Rita, and Wilma caused millions of dollars in damages and took innumerable lives—in the United States, where these things are not supposed to happen! These storms did more than cause property damage and loss of life, though: many of us were brought to the stark realization that our own government—the one we trust in so dearly—was not properly prepared to deal with such devastation. After the September 11 attacks, the wars in Afghanistan and Iraq, and the countless lives that we continue to lose in that process, it is only natural that we question the government’s lack of preparedness, especially in the light of its response to Hurricane Katrina, which was by no means a game of golf! After seeing the very vivid and harsh scenes that came out of the New Orleans Convention Center, the look of anguish and despair on the peoples’ faces, and the utter destruction caused by the hurricane and the authorities’ lack of planning, one is left to wonder what would have happened if this had been a terrorist attack. Unfortunately, in the middle of the blame game, some shrugged it off, saying that “it was only nature.” Or was it?

At the risk of sounding overly pessimistic, with the arrival of 2006 we need to ponder on the direction that we as human beings are taking. Probably starting around the era of the Industrial Revolution, human beings have occasioned a considerable imbalance in our universe owing to our technological advancement and so-called progress. There is little doubt that we have become the planet’s major stressor. The threat of global warming and massive climactic change no longer seems to be a remote possibility: we may be starting to notice its effects. Hurricanes, tornadoes, northeasters, earthquakes, sudden floods, tsunamis, epidemics such as HIV, and pandemics such as bird flu seem to be more menacing realities than suicide bombers, terrorists, or nuclear weapons. Obviously, we should not minimize the threat that these represent to our society and our way of life, but we cannot afford to naively focus exclusively on these human menaces and dismiss or ignore nature’s wrath in the hope that science will resolve it.

Based on the overwhelming number of natural phenomena we continue to see, coupled with the high incidence in bacteriological and viral mutations, many cannot help but feel that the entire planet is on a course for some sort of massive change. The scariest thought is that our position in that change is hard to establish, especially given the planet’s history of eliminating its stressors. Will we be the next dinosaurs? We should not be so arrogant as to think that we can continue to play with nature and not suffer any repercussions. Nature has proven repeatedly that though she may be slow to act, her wrath is inevitable. We should never underestimate her.

On the bright side, though, we must be thankful for the many things that we have accomplished in 2005. Undoubtedly, all of us have memories from this year that we shall always cherish. As in other years, in 2005 we laughed and cried. We celebrated life and we suffered and withstood loss. In fact, our celebration and veneration of life and all its precious worth is no doubt the force that allowed us to tolerate the assault of pain, loss, desolation, and death. No matter how dark the clouds; no matter how much the wind blew or gyrated, and despite the ocean’s roaring and the earth’s shaking, we came through in 2005 and continue onward.

In addition, we came together as a people and contributed to helping those that were in desperate need. Donations from Hollywood’s celebrities were bountiful, but as far as I am concerned, the most appreciated gifts came from the common everyday people, from those who have to sweat daily to earn their well-deserved salaries. The more remarkable champions of 2005 were the normal people, the great and silent majority that does not have its name up on the big screen and will never receive an Oscar or a Nobel Peace Prize. The true heroes of 2005 are those people who took out of their pockets and gave willingly, regardless of the amount; those who gave their effort and contributed their time—our most valuable and scarcest resource—to aid those who were in despair. These people no doubt brightened the difficult and gloomy days that we faced in 2005 by comforting and assisting those who were less fortunate.

Regardless of our religious affiliation—or lack thereof—we must appreciate our greatest gift: life. Many were not as fortunate. For obvious reasons, it just seems that in 2005 there were quite a few deaths. Let us never forget those who passed in 2005: those who succumbed to nature as well as those who succumbed to human cruelty, incomprehension, and greed. Let us especially remember our loved ones, our friends, our neighbors. They, too, are our heroes and deserve our praise.

A few nights ago, a friend commented that he always avoided discussing religion and politics. Unfortunately, we live in an era where neutrality is not necessarily the best option. Our times are turbulent and difficult, and our leaders often do not represent the ideas or wishes of the majority, instead choosing to follow personal, selfish, and ill-thought policies that affect us all, no matter what our views may be. Nonetheless, in spite of its current turmoil and our leaders’ shortcomings, one thing we need to appreciate in 2005 is the fact that we live in a country where we can still enjoy a degree of freedom, self-respect, and self-dignity; where with hard work we can access the basic necessities, and often much more; where despite of the will of a few, we can still voice our opinion and complain when we disagree with our government’s policies. It is important that we appreciate these rights; it is even more important that we defend them and ensure that these never change.

In closing, I have one request this year that I hope does not fall on deaf ears: no matter what your religious beliefs—whether you follow the teachings of Yahweh, Krishna, Allah, Obatalá, Jesus, Buddha, Allan Kardec, the Dalai Lama, Tao, or Confucius—and even those who have no belief at all; let us all raise a white flag in the name of peace. Place it where others can see it: in our doorways, on our roofs, on fire-escapes or television satellite dishes. Let us all unite in this action and by so doing pray to the Supreme Being, to nature, or to human reasoning. Let us request that humanity be illuminated and acquire reason; that we understand our place in the universe and the delicate balance of nature—and the need to maintain that balance.

When we raise our flag, let us all take a second to reflect on 2005 and to reflect on the future, ours and our descendants’, and in so doing think about what we as individuals can do to ensure that we have a future and make this future a better place for all humankind. If we do nothing else in our own lifetime, let us at least ensure that we leave a place where those who follow can have the same opportunity that was given to us by those who came before us: the chance to live.

© 2010 Eleda.org Web design and development by Tami Jo Urban Suffusion WordPress theme by Sayontan Sinha